Basada en la novela homónima de Stephen King, es considerada la película maldita de Stanley Kubrick. Además de la tensión sobrehumana a la que sometió a todos los actores y el incendio del set de decorados del hotel Overlook -que pospuso el rodaje varias semanas-, se unió a esta serie de infortunios una reducción del metraje de la versión europea, impuesta por el propio Kubrick tras comprobar el fracaso comercial que estaba sufriendo en Estados Unidos, y un pésimo doblaje en España que el tiempo ha hecho famoso. Aun así es considerada una obra maestra del género terror y cada metro de la cinta es reflejo fiel del estilo escénico de Kubrick.
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